Amantes en la piel del sueño…


Y de repente tu boca se tiñe del más absoluto silencio. Nada, ni un suspiro en el aire, ni tan solo el aliento vagando en el espacio… silencio y paz… y el abrazo de dos amantes yacentes en la piel del sueño.

Un instante atrás nada era silencio… todo era pasión y desenfreno. Nada era un sueño vago. Todo era real y sentido. Todo era sentido y esencia. Todo eras tú, todo, absolutamente todo. Y era tu todo aquello que yo amaba. 
Me deshacía en halagos para tu piel, llenándote de caricias. Despertaba en cualquier rincón de tu cuerpo, embriagado. Y tú, mientras tanto, danzabas serena encima de sábanas blancas. Y encima de ti yacía yo amándote. Te movías al son del amor desatando pasiones… y yo moría por verte así entre mis brazos. Bebía de ti y no me bastaba. Sentía que tú suspirabas, y yo deseaba que esto nunca acabara. Sabía que tarde o temprano amanecería, pero sabía también que el mañana volvería a ser hoy, y así tú siempre me amarías. 
La noche seguía prendiendo la llama. El placer reinaba en la estancia, inundando el momento donde el verbo hizo su entrada. Amor me gritabas tú, amor me llamabas… y yo respondía a tu voz con el mismo deseo que tú susurrabas.
No había prisas, ni tampoco silencio entonces… el mar se agitaba bravo alrededor nuestro y nosotros sentíamos que aquello era solo el comienzo.
Sentía… sentía el universo encima de mí. Sentía el delirio creciente en mi cuerpo. Sentía que yo, ya formaba parte de ti. Y mientras, seguía rendido sintiendo tu piel hablando a mi piel. ¡Y qué hermoso diálogo!
Se llenaban mis manos de eternas sensaciones para el recuerdo. Agitadas asían con ganas parte de ti, en cada lugar que paraban deseaban quedarse, y a la vez, deseaban seguir más y más. 
Devoraba, me perdía, suspiraba y seguía. Y seguía, entregado, al amor y al deseo.
Devorabas, me buscabas, suspirabas y repetías. Y repetías que no parara de seguir amándote… 
Y así, amándonos, vencimos al sueño, y cómplices de nuestro amor vaguemos sin rumbo hasta el amanecer.
Mientras, los corazones latían y latían, y el amor desatado seguía seduciendo la noche que cubría de rocío dos cuerpos unidos entre sábanas mojadas. 
Espléndida era la noche, como esplendido era tu cuerpo desnudo entre mis brazos.
Y desnuda, abrazada a mí, te acerqué con deseo, elevándote. Y entregados, entrelacé tus labios que en aquel momento musitaban mi nombre, y entonces tú, enhebraste la mirada confirmando el momento ansiado. Y al fin, pronunció la llegada el suspiro anunciando el eclipse final. 
Eco y placer, y después, nada, o sí, …silencio y paz, …y el abrazo de dos amantes yacentes en la piel del sueño.

Eternamente a tu lado…





(23 septiembre 2011)

Comentaris

  1. Altre vegada sorprès per les boniques paraules,
    és encantador llegir la teva essència.

    ens veiem!
    peto!

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  2. Gràcies per llegir-me Carles!

    Un petó...

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