Diario de Elena...
Elena y yo… yo y
Elena. ¿Cómo iba a saber yo de ella esa fría mañana de domingo? Preñada de
letras nació su historia.
Domingo real, 28 de
octubre de 2012 para ser más exactos. Como ya he dicho, frío en la calle; y
muchas ganas de escribir. Un olor imaginario… no sabía cual; mis sentidos
dictarían más tarde. Y un final… un lunes sabido. Apareció ella de repente, y
por qué no… fue bienvenida. Me acordé de alguien en ese preciso momento. Cualquier
coincidencia es mera casualidad. María de repente vino a mi mente. ¿María te
preguntarás? Sí, María. María de Paolo Coelho en ‘Once minutos’. Si lo has
leído te acordarás de ella. Comparten oficio, y yo, comparto con ellas el afán
de desnudar mi alma. Quizá este sea el principio de más ‘cartas’ sobre Elena…
que guardaré esta vez para mí. Pero en el fondo todos tenemos algo de ellas,
aunque no ejerzamos la misma profesión... fuerza y coraje; que con los tiempos
que corren no viene nada mal.
E aquí Elena, y algo
de mí… con cariño, con mucho cariño.
essència mi
pseudónimo, Eva mi nombre… esta vez me desnudo Yo.
Elena,
de profesión… (I)
¿Y
ese olor?
El
tiempo es relativo. Los sentimientos se transforman solo en décimas de segundo
y las manecillas del reloj multiplican los minutos en instantes, ahora eternos,
ahora brevemente fugaces. Nada cobra ya sentido. El olor me paraliza como a un
reloj sin cuerda.
Cigarrillo
en mano saboreo el silencio tatuado en el espacio; ¡y qué extraño me sabe todo!
Del cálido otoño donde me abrazaba aferrada a las todavía hojas perennes, solo
queda el recuerdo. Es domingo y hace frío.
Fuera,
calles desiertas repletas de soledad y de historias por contar. Como aquí, en
este diminuto lugar. Y qué más da, el espacio también es relativo.
Cae
la tarde difuminándose tras la ventana.
-¿Y
ese olor? –te preguntarás aún-, ¿qué hay de él?
-Ropas
sucias y algo de pudor escondido en ellas- te respondo yo.
-¿Y
qué más quieres saber?, ¿y qué más quiero yo contar?
Nada
que no cuente el silencio consumido en un cenicero; cigarrillo en mano una vez
más. Y el deseo permitido, eterno y efímero a la vez.
Voy
vestida de algo que no soy, un disfraz quizá, una vida que no es la mía y que
me abriga… suspendida por el tiempo.
-¿Quién
soy? -te preguntarás ahora.
-¿Aún
quieres saber de mí?
A
veces (no) todo se reduce a un por qué.
Así
es mi vida, así transcurren mis días, uno tras otro… despojada de toda ropa. Solo
distingo entre Elena y yo por vagos recuerdos que guardo en una maleta.
Diario
en mano desnudo esta vez mi alma. Un viejo escritorio, al fondo, me invita a
enseñar más allá de mi cuerpo. Mi piel respira letras traviesas. Donde hay una
coma reza el suspiro. Y donde acontece un punto se va vistiendo esta mi
historia… de mi pluma.
Así
es Elena, y así soy yo también.
Cae
la noche embriagada por esa extraña mezcla de olores…
El
domingo palidece y da paso a un lunes ya sabido.
Entre
otras, la vida sigue una vez más al compás del tiempo…
Y
yo desnuda.
(Octubre
2012)
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