Carta a la vida...
Carta a la vida…
Nacemos
para más tarde morir, y mientras tanto, nos olvidamos de vivir.
Yo no
quisiera jamás morir. No es que tema a la muerte, no. Ni a los años que van
pasando y llenan de arrugas mi piel… mi alma sigue siendo joven, lo noto así. Siempre
he temido no vivir la vida lo suficiente.
Hay
veces que me detengo entre pensamientos haciendo un balance de mis días. Y he
de decir que no cambiaría ni una coma de todo lo que he vivido hasta el día de hoy.
Ni siquiera las tristezas que me han abrazado. Ni siquiera el silencio que me
abrigó hace diez años cuando mi esposa falleció. Todas las lágrimas que vertí
por ella llevaban impresas ciertas sonrisas. Fui feliz a su lado y viví, viví
la vida intensamente como merecemos todos hacer… porque aprendí a hacerlo. La
soledad no me vino entonces a buscar; fui yo quien fue a por ella, consciente de
que de esa manera todos los recuerdos a su lado jamás serían olvidados. El
silencio hizo de mí la mejor de las medicinas. Y desde entonces no hay día que
yo la tenga siempre presente en mi memoria… con la mayor de las alegrías. Como a
todos los amigos que de mi lado ya se han ido. La vida es así de caprichosa; te
da y un buen día te quita. Todos nacemos… y todos vamos a morir. Así de cruel
suena, pero totalmente verdadero. Para nada somos conscientes de ello y por eso
muchos de nosotros nos olvidamos de vivir. Aunque lo que nunca llegaré a
entender es porque hay gente ‘joven’ que se queda en el camino. He preguntado
tantas veces a la vida el por qué y, aún ella, no ha sabido que respuesta
darme. Todo son lecciones, pero algunas duelen, vaya sí duelen.
Decidí en su día hacer un pacto con la vida… que yo
la iba a vivir intensamente si ella me prometía que, si yo me equivocaba, siempre
iba a tener una nueva oportunidad. Y puedo decir a mis noventa años que así ha
sido. He reído, he llorado, he vivido, he sentido, he jugado, me he caído y, he
vuelto a empezar.
Yo no
quisiera jamás morir… yo quisiera seguir viviendo eternamente. Pero sé que
acabaré marchando de este mundo porque la vida se presenta así. Aunque ahora sé
que podré hacerlo de la manera más feliz. Que he vivido plenamente todo lo que
he querido. Que he amado todo lo que he sabido. Que he luchado por mis sueños y
mi gente, que he luchado por mí también. Que he logrado hacer de mis días un
camino de rosas… sin olvidar que toda rosa tiene sus espinas. Y que realmente
la belleza pronunciada de sus pétalos no sería la misma si no tuviera en cuenta
cada una de ellas.
Para
amar completamente debes amar primero las imperfecciones. Si solo te fijas en
lo superficial, ese amor está destinado a morir. La vida es este amor
incondicional… hay que aprender a vivirla amándola plenamente desde el corazón;
con todo lo que eso conlleva.
La vida
siempre se presenta llena de nuevas oportunidades. Lo que nunca sabemos es que
día tocará a nuestro fin. Por eso yo te digo, mientras tanto, aprovecha cada
segundo para vivirla plenamente. y no te olvides de ser feliz.
No
quiero que el día de mañana se me recuerde por mis logros. Quiero que el día de
mañana se me recuerde porque he sido un hombre capaz de vivir la vida, que he
sido feliz y que he sabido hacer feliz a la gente de mi alrededor. Con eso me
conformo, no pido más.
¡Abrázate
a la VIDA!
(Carta a
la vida, 2013)
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada