La España del siglo XXI...


He buscado entre las gentes un motivo de alegría. Más allá de los ‘suyos’ no he logrado encontrarla. Camino por las aceras de una ciudad habitada por el desempleo y puedo palpar la tristeza; nunca antes me había encontrado todo ‘esto’. Miradas ausentes, gente asustada, una media sonrisa y unos andares costosos. Creía en otro tipo de ‘pobreza’, en esa pobreza de antes, la del tiempo de mis abuelos… pero en realidad ellos eran mucho más felices de lo que somos ahora en esta época. Sí, lo eran; no tenían nada y te lo daban todo. Hoy en día la ‘pobreza’ va más allá de todo aquello. Pero ahora… ahora nunca me hubiera llegado a imaginar a la gente rebuscando entre contenedores; se me encoge el alma solo de pensarlo, y más aún de verlo. Y de pensar en toda esa gente ‘sin techo’… ¡cómo está el país! Podría hablar de la clase política, de los recortes en educación y sanidad, (de por qué ‘no’ en el ejército) de la (in)justicia española, de los desahucios… podría hablar de todo ello, podríamos hacerlo… daría a mucho. No cierro los ojos a esta nuestra realidad, no los cierro… pero lo dejo allí, en el aire… es solo una mera reflexión; o no tan ‘mera’.
Escribo muchas veces de lo que me apetece, escojo un tema y lo plasmo. Otras, me dejo fluir sin saber por dónde seguirán las palabras que van surcando en una hoja en blanco, como ahora. Y a pesar de que me gusta más escribir sobre el deseo, la sensualidad y los cuerpos desnudos… siempre voy a dejar un espacio para este tipo de desnudez humana.

A veces pienso, siento, me expreso…

Y me quedo en mi mundo de locos… ¿rara yo? y yo te respondo: ¡qué bien!, voy por buen camino... mejor en un mundo de locos que en un rebaño de tontos. Sonríe, nunca dejes de hacerlo… 





La España del siglo XXI

¿Qué hay de tus lamentos y de tus alegrías en este circo de la vida? ¿Qué hay de tus tristezas embarradas, de tus lágrimas olvidadas en un desierto de asfalto, de aquellas miradas ciegas en la distancia, de tu media sonrisa caída y marchita? ¿Qué queda de ti en tus penas? ¿Qué queda ya de ti en tus sueños? ¿Qué hay de teatro y qué hay de cierto en este escenario medio muerto?
No escucho ni siquiera la radio. El periódico resta empapado en aquel charco de lluvia mojada. Y el televisor es un viejo mueble olvidado lleno de polvo. ¿A caso estamos ciegos o somos tontos?
Mejor vivir en un mundo de locos. Hace tiempo que el mundo real da verdadera pena.




(La España del siglo XXI, 2013)



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