Nostalgias del ayer y mías...
Cuando la vida te
da la mano a veces se tiene la sensación de que las cosas son mucho más fáciles.
Otras veces no es así. El hombre por naturaleza tiende a complicárselas muchas
veces. Las nostalgias son recuerdos de nuestro viaje continuo del día a día. Y
aunque vivamos en presente, el ayer resta siempre entre nosotros. Otra cosa
distinta es que vivamos anclados a él. Pero muchas veces en nuestros ratos de
soledad andamos hurgando en esos momentos; esos recuerdos felices o no de los
años que van arrugándonos la piel, pero no el alma. Siempre habrá una lágrima,
una sonrisa, una mirada hacia ellos; los sentimientos no pueden
esconderse, mucho menos las personas que
se han subido a nuestro tren.
El ayer sabe tanto
de nosotros como nosotros sabemos de él. De todas maneras, haz de tu vida un
tiempo presente sin olvidar todo lo que has vivido hasta hoy.
Todo en esta vida
son lecciones y las nostalgias se encargan muchas veces de recordárnoslas,
aunque el olvido se meta de por medio. Todo tiene un ‘por qué’.
Nostalgias
del ayer y mías
Qué
sabe el ayer de mí…
qué
sabe él de mis nostalgias.
Dónde
aprendió a guardarlas,
si
de mí el olvido hizo su otro yo.
Oscuro
paraíso de infinitas lunas;
de
recuerdos postrados en la lejanía.
Aquí,
tan cerca de mí,
y
a la vez tan perdida.
No
cabe el verso en mi garganta,
no
cabe.
Me
alimento de rutinas
y
de momentos esclavos del silencio.
Y
de ese ayer que navega a su antojo
en
mis entrañas;
sin
yo saber nada,
o
quizá, sabiéndolo todo…
¿Dónde fue a parar la primavera?
¿Dónde
se escondieron las margaritas?
¿En
qué lugar se cruzó el olvido?
En
qué lugar se cruzó conmigo…
Qué
sabe el ayer de mí
y
de mis nostalgias,
qué
sabe él, dime.
Y
qué sé yo.
(Nostalgias
del ayer y mías, 2013)
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