Abrazado a la tristeza (II)...
“En la soledad de aquel banco de la estación… Tu
recuerdo. Una lágrima. Y yo.”
Todo comenzó mucho antes que las lágrimas
afloraran en el rostro de él. Este solo era el inicio de un largo abrazo que
sigue teniéndole por compañía. Nada es agradable cuando la canción que suena no
es la que queremos escuchar. Cada lágrima vertida cuenta una historia… y hay
mares repletos de ellas; y hay vidas también llenas de ellas… de lágrimas y de
historias. El ‘des-amor’ tiñe de negro nubes de azul y rosa; la tristeza se
suma pues a ‘nuestros’ días… pero queda aún mucha vida por recorrer. Y abrazado
a la tristeza es una historia que aún no ha llegado a su fin…
Dejemos que sean las palabras las que decidan.
Mi pluma sigue al pie del cañón.
(Enlace de la primera parte, 'Abrazado a la tristeza...')
Abrazado a la tristeza
(II)
Hubo un día donde mis manos se llenaron de tu
ausencia y desde entonces sigo abrazado a tu recuerdo. Abrazado a la tristeza
de estos días tan amargos.
Y me quedo largo rato divisando el horizonte; aquel
tren que se marchó contigo dentro, y también, con aquella primavera insinuante.
Desde entonces solo queda una flor que no se marchite… y esa flor es la más
bella del jardín de mis sueños. Esa flor eres tú, y te sigo recordando. Y por
más que el tiempo pase no consigo aquietar este sentimiento llamado tristeza.
¿Qué quiere de mí? ¿Por qué no se va y me deja? ¿Y por qué tú, amor mío, no
regresas? He rogado tantas veces tu presencia, ¡tantas!... que mis lágrimas han
dejado ya de pronunciar tu nombre, aunque mi corazón sigue gritando por ti.
Sabes… hubo un día y muchos más donde el sol
salía tras la ventana, donde el día amanecía en la almohada, donde cada
madrugada me dormía en tu mirada. Sabes bien que también hubo noches sin
dormir.
Hubo noches donde nuestros cuerpos se
necesitaron, donde nuestros labios encontraron el sabor de mil y un deseos,
donde las palabras se tornaron manto de caricias. Hubo noches donde nuestro
amor escribió el mejor de los poemas.
Hubo noches sí, …hubo noches que hoy se cubren
con tu ausencia.
Pero te quiero, te sigo queriendo, te sigo
pensando noche y día, y ya nada tiene sentido si tú no estás… ¡aquí! ¿Qué me
queda ahora por vivir? ¿Qué me queda aún? ¿Qué me queda en esta vida, en este
mundo incierto, en este desconsuelo lleno de dolor? ¿Qué me queda ya sin ti,
amor? ¿Qué me queda?
Y aunque todo son preguntas, ni siquiera busco
las respuestas.
Vivo solo de (tus) recuerdos, y de esa flor…
esperando (aún) tu regreso; aquí, en el mismo banco de la estación…
(Abrazado a la tristeza II, 2013)
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