Algo de rojo sobre gris...
Pinceladas, bocetos, fragmentos por escribir,
diminutas historias que dan a pensar; sabe Dios que sí… Sobre la retina del tiempo resta una entrega y, muchas más.
Me pido el gris para caminar por la vida. Y me
pido el rojo para detenerme en ella. Y si me sobra, me pido el resto de colores
para dar pinceladas allí por donde quiera que vaya.
No sé por dónde debo empezar. Mis
pensamientos son un verdadero caos. Una extraña mezcla de sensaciones. Como
decir que quisiera llorar y reír a la vez. Como quererlo contar todo y no ceder
ni una sola palabra a cada hoja en blanco que resta por escribir.
No quedan restos de mis lágrimas sobre el mar.
Mi mirada clavada en el horizonte no recuerda ni siquiera mi nombre. Ni siquiera
el suyo.
Sentada en las rocas veo correr el tiempo. No
llevo reloj que me cuente las horas. Me fio del sol; al menos él no me engaña.
No hay día que piense en todo lo sucedido. Y
no hay noche que haga lo mismo. ¡Dios mío, mis ojeras me delatan! Suerte tengo
de mis paseos diarios hasta el mar; donde la brisa y el sol hacen que mi piel
sea algo menos pálida. Y así aprovecho también para estar un rato a solas.
Tener a mis padres a mi lado es una gran suerte en estos momentos, pero hay
veces que necesito de la soledad para refugiarme en mí. Sabe Dios que sí.
(...)
(...)
(Algo de rojo sobre
gris, 2013)
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