Tentación...

D ime tú, ¿a qué sabe el pecado? El pecado me sabe a ti… A tu voz entrecortada. Al perfume de tu piel. A sábanas mojadas. A noches prohibidas sin fin. El pecado me sabe mejor, si estás tú. Dime tú, ¿a qué sabe el pecado? Si te hicieran esta pregunta, ¿qué responderías? ¿lo has pensado alguna vez? Quién no conoce los hechos del “pecado original”, el primer pecado que se conoce de la historia. Aquel donde, una vez Dios habiendo enviado a Adán y Eva, padres de toda la humanidad, al Jardín del Edén, estos, y tentados por la serpiente, comieron del único árbol que tenían prohibido, desobedeciendo así las órdenes que su superior les había dado. Y fueron, al fin, expulsados del paraíso. Historia a parte, y sin que sirva de precedente, el pecado puede ser el trago más amargo. Pero también puede ser el más dulce de todos. O bien, un contraste de sabores, porque no. Si es así, a mi modo de pensar, el pecado se saborea mucho mejor. Pero claro está, podemos pecar de mu...